La litósfera está formada por la
corteza y la zona más externa del manto, y mantiene un equilibrio isostático
sobre la astenosfera. La litosfera suele tener un espesor aproximado de 50 a
100 km, siendo su límite externo la superficie terrestre. El límite inferior
varía dependiendo de la definición de litosfera que se ocupe.
La litosfera está fragmentada en
una serie de placas tectónicas o litosféricas en cuyos bordes se concentran los
fenómenos geológicos endógenos, como el magmatismo, la sismicidad o la
orogénesis.
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Imagen. Conformación de la Listósfera.
La atmósfera es la parte gaseosa
de la Tierra, siendo por esto la capa más externa y menos densa del planeta.
Está constituida por varios gases que varían en cantidad según la presión a
diversas alturas. Esta mezcla de gases que forma la atmósfera recibe
genéricamente el nombre de aire. El 75 % de masa atmosférica se encuentra en
los primeros 11 km de altura, desde la superficie del mar. Los principales
gases que la componen son: el oxígeno (21 %) y el nitrógeno (78 %), seguidos
del argón, el dióxido de carbono y el vapor de agua.
La atmósfera y la hidrosfera
constituyen el sistema de capas fluidas superficiales del planeta, cuyos
movimientos dinámicos están estrechamente relacionados. Las corrientes de aire
reducen drásticamente las diferencias de temperatura entre el día y la noche,
distribuyendo el calor por toda la superficie del planeta. Este sistema cerrado
evita que las noches sean gélidas o que los días sean extremadamente calientes.
La atmósfera protege la vida
sobre la Tierra, absorbiendo gran parte de la radiación solar ultravioleta en
la capa de ozono. Además, actúa como escudo protector contra los meteoritos,
los cuales se desintegran en polvo a causa de la fricción que sufren al hacer
contacto con el aire.
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